Alejandro y el libro.

El 24 de marzo realicé una entrada a este blog sobre la relación de Alejandro, un niño de 20 meses, y los libros en computador. En su momento los resultados no pudieron ser más desalentadores para los libros electrónicos. Sin embargo hace unos pocos días y por los mismos motivos (saqueo de Alejandro a mi maleta, cansados de leer lo mismo de siempre) emprendimos con Alejando una exploración de mi biblioteca electrónica.

En realidad me hallaba preparado para un nuevo fracaso cuando me sorprendió que Alejandro no protestara ni pidiera otro libro. Se quedó en silencio y aunque no pidió otro de inmediato si acepto la lectura de un libro adicional y cuando descubrió el icono que identificaba a Trucas, lo exigió de inmediato. En total leímos seis libros hasta que decidió que era suficiente y se fue a pedir algo de comer a su mamá.

A pesar de parecer un éxito no pude dejar de observar algunas actitudes comportamentales que no me dejaron del todo satisfecho. En este momento Alejandro no suele dejar terminar de leer un libro porque quiere cogerlo él mismo y “leerlo”, repitiendo en voz alta lo que uno ha acabado de leer; a menudo sin embargo lo que parece querer es explorar el libro por sí mismo, incluso se lo acerca a la nariz en algunos momentos y lo huele o lo lanza hasta que se cansa al suelo. Con los libros electrónicos toda esta interacción se rompe. Alejandro ni siquiera intentó coger el computador. Sólo se quedó sentado sobre el sofá a mi lado  viendo lo que pasaba, toda la riqueza de la interacción se ha perdido en apariencia.

Por supuesto nada de esto es un juicio definitivo. Alejandro se ha enfrentado pocas veces a los medios electrónicos y aún hoy se concentra por periodos cortos de tiempo en el televisor y aunque protesta cuando le cambian el canal no se ha apropiado del control. Lo mismo puede estar sucediendo con el computador, puede estar en una toma de confianza por supuesto. Lo único que espero es que no decida lanzarlo al suelo en el menor descuido.

 P.D. En el video se puede observar a Alejandro leyendo su libro favorito: "Siete Millones de Escarabajos" de Comotto. 

 

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